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La Barceloneta (édition bilingue franco-espagnole)

Dernière mise à jour : 27 févr. 2020

De vuelta (VE)

Somos casi 10 años mas viejos que la última vez que pisamos esa playa de Barcelona... Anna tuvó 18 años y esta viendo si va a lograr el color bronceado de su prima Florina, lo que seguro no sucederá. Martín y yo estamos observando, comentando la fauna como unos sociólogos de barra.


Lo más llamativo es, por supuesto, ese belga que grita con su alto parlante difundiendo tecno en la mano. También, baila y habla cada tanto en flamenco con su amigo que se quedó tirado en la arena. No entiendo nada de lo que grita pero Anna me cuenta : “Here is not Belgium, it's not tomorrow, its 90 !”

El quía se calma tirándose al mar después de que une clochard puro y duro haya bailado frente a él un buen rato. Cuando sale del mar, no se sabe si va a llegar hasta su amigo o si va a tener que terminar en cuatro patas. Igual, sigue “hablando” de cerveza, wouhou. 

Con el tema alcohol, los que la entendieron muy bien son los vendedores de la playa que proponer “mojitos, sangría, fresco”. Tienen un bandeja en la mano con unos vasos llenos de liquido verde fosforescente o rojo titilante. En la otra mano, no dejan escapar su botella de ron. ¿ Su día de trabajo se terminará con la botella ? Vienen todos de Sri Lanka por lo que me parece, o por ahí de Pakistán. Alguno puede ser que de Afghanistan. Son muchos, tienen todas las edades, transpiran como locos menos los que acaban de llegar ; esos ultimos deben tener horarios de noche ya que son las 7. 

Las inglesas de al lado compran unos mojitos y se los toman en 2 minutos como si fuera agua (o como si fueran inglesas). 

Algunos proponen “bière, agua, cerveza” en todos los idiomas. Otros, africanos por lo general, no podría decir de donde, presentan grandes telas impresas con motivos de inspiración más o menos india (un mandala, un elefante, un árbol, rayas también), tamaño mantel. La mitad de la playa ya compró una en otro momento y está tirada encima, la otra mitad – de la cual somos parte – no parece lista para dejarse tentar. Me gustaría comprarme una de esas grandes telas pero como entrarla después en mi valija chiquita...? También deben pesar un montón. No es evidente agregarle algo a libro, crema, agua y cuaderno llenando mi mochila. Pero como me conozco, no voy a resistir y me voy a terminar comprando una el ultimo día, lo que será seguramente muy útil para París. 

Llegamos demasiado tarde para ver ese señor proponer sombrillas pero él si que terminó su día (de pronto, no habrá más sol) y viene al lado nuestro para desenterrar 6 o 7 sombrillas que lo esperaban ahí, abajo de los veraneantes, en caso de que si vendiera mucho mucho y que necesite renovar su stock durante el día. Su técnica es realmente eficiente que consiste a dibujar cruces con el borde de la mano hasta sentir algo, un pedazo de sombrilla que no tardará a ver de nuevo la luz. Lo bueno con las sombrillas es que no son claustrofóbicas. 

Arriba, están 3 latinos - hay más argentinos de vacaciones y viviendo en esta ciudad que en toda Argentina pareciera -, 1 mujer y 2 barones, a quienes Martín escucha con atención. Dice que hablan de política, de inmigración latina en Europa precisamente y que avisen si se presentan así los vota (pero eso no se lo dice a ellos). 

Las chicas "nuestras" se durmieron.

A la izquierda, hay más franchutes. Una chica divina – que lo sabe – juega con su amiga en el agua con un flotador gigantesco en forma de unicornio (si, si). Van y vienen a buscar la tercera que se quedó sobre la toalla con su teléfono y que no quiere saber nada con tocar el agua.

Luego pasan una chinas (creo, Florina me dice que podrían ser vietnamitas, lo que me parece justo) que venden su servicio en forma de masajes. Unas senegalesas y malienses (ahí, estoy casi segura) proponen trenzas de todas formas y todos colores. 

Las 3 italianas que están instaladas más abajo (Martín me pregunta como sé que son italianas. Respuesta : porque leí los labios, hablan italiano seguro) no paran de sacarse selfies haciendo muecas y tomando posiciones de las más improbables. Un poco como esa pareja joven, más oriental – ella – y/o latina – él – con su percha para selfies. También parece bastante común que las chicas pidan a los chicos que les saquen fotos.

Los chicos se juntan en banda y se quedan parados, hablando bien fuerte, haciendo chistes que me imagino bastante elementales, mirando las chicas, escuchando música y acordando el privilegio de develar sus músculos a la asamblea supuestamente en admiración. Algunos hicieron tanta musculación que parecen inflados con inflador. Son como unos Tex Avery y da miedo de que se pinchen entrando en contacto con una aguja.

Una pareja local – o por lo menos española,  porque pareciera que no hay que confundir catalanes y españoles – se ha bajado 2 botellas de cava. Se duermen abrazados.

Una de las chicas francesas ha pedido una trenza con hilos multicolores. Una vez hecha, tiene que pagar pero, oh solamente tiene un billete de 50 euros... Por supuesto que la señora que le hizo la trenza no lo acepta porque no tiene cambio. La trenza vale 5... Las chicas van a buscar pidiendo por todas partes pero se dan cuenta de que no es tan fácil. Un chico imita a su grupo el gesto de que hubiera aceptado darle el cambio contra una mamada. Risas de toda la banda. La situación empieza a ponerse un poco tensa del lado de la trabajadora aunque se nota que las chicas no van a afanar y quieren pagar. Desde mi toalla, considero más que todo indecente proponer un billete de 50 mangos a alguien que recorre la playa durante horas para ganarse 5. Terminan encontrando cambio en el bar y pagando.

Mientras tanto, un hombre joven que proponía “agua, bière, cerveza” se sentó justo adelante de nosotros, frente al mar, su remera toda empapada de sudor. Está sentado con las piernas cruzadas, escrutando todo los alrededores con un aire de disgusto desesperado. ¿Serán todas esas tetas al aire que lo marean ? ¿ Será que tuvo una mala jornada – de hecho, no veo a nadie comprar ni cerveza ni agua ? ¿ Será su propia historia que no lo deja en paz ? Andá saber como llegó hasta ahí, y porqué ? Que tuvo que dejar atrás, y en que condiciones está viviendo mientras todos esos europeos la pasan bomba medio en bolas sin darse cuenta que él existe. Martín dice que parece tan melancólico que le hace pensar en un cuadro de Friedrich.

Despues nos vamos.

Postscriptum : a la mañana, en la playa, la policía da vueltas para tratar de recuperar lo máximo posible de material escondido en la arena. Están contentos, se van con 3 enormes paquetes llenos. Ah, que lindo trabajo que hacen... Leo en el diario que los “vendedores salvajes” manifestaron ayer para que la policía no siga persiguiéndolos. Los días siguientes salen artículos sobre ese tema que parece ser un desafio politico mayor...

Post postscriptum : hay muchos lectores en la playa pero no me animo a anotar los títulos, yo también estoy de vacaciones.




De retour (VF)


On est quasiment 10 ans plus vieux que la dernière fois que l'on a passé quelques heures sur cette plage de Barcelone... Anna a eu 18 ans et elle fait la course à la bronzette avec sa cousine Florina qui est sûre de gagner. Martín et moi, on observe la faune, on commente genre sociologie de comptoirs.


Celui qui interpelle en premier est, bien sûr, ce Belge qui hurle avec son enceinte à la main diffusant de la techno. Il danse aussi et parle avec son ami, resté sur sa serviette, en flamant. Je ne comprends rien de ce qu'il crie, mais Anna si et elle me transmet : "Here is not Belgium, it's not tomorrow, it's the 90 !"

Le mec se calme en se jetant à l'eau après qu'un clochard pur et dur a dansé face à lui pendant 10 bonnes minutes. Quand il sort de la mer, impossible de savoir s'il va arriver jusqu'à son ami debout ou à 4 pattes. De toute façon, il continue à “parler” cerveza, youhou !


A propos d'alcool, ceux qui ont bien compris le trucs sont les vendeurs de la plage qui proposent “mojitos, sangrias, frescos”. Ils portent un plateau dans une main avec une rangée de verres remplis d'un liquide vert fluo et une rangée au liquide rouge clignotant ; dans l'autre, ils tiennent - comme si leur vie en dépendait - une bouteille de rhum. Est-ce que leur journée de travail se termine avec la bouteille ? Je dirais qu'ils viennent du Pakistan, ou du Sri Lanka, peut-être quelques uns d'Afghanistan. Ils sont nombreux, de tous âges et transpirent beaucoup, à l'exception de ceux qui viennent d'arriver et qui doivent faire les horaires de nuit ; il est 19h.


Les Anglaises d'à côté achètent deux mojitos qu'elles sifflent en 2 minutes comme si c'était de l'eau (ou comme si elles étaient Anglaises).


D'autres proposent "agua cerveza, bière" dans toutes les langues. D'autres encore, Africains généralement, je ne saurais dire d'où, présentent de grands tissus imprimés de motifs d'inspiration plus ou moins indienne (un mandala, un éléphant, un arbre, des rayures aussi pour certains), taille nappe. La moitié de la plage en a déjà acheté précédemment et est allongée dessus, l'autre moitié – dont nous faisons partie - ne paraît pas prête à céder. Je craquerais bien pour une de ces grandes toiles mais comment la faire entrer ensuite dans la valise...? Et puis elles sont si grandes qu'elles doivent peser un max. Difficile d'ajouter quelque chose à livre, crème, eau et carnet empilés dans mon sac à dos. Telle que je me connais, je vais en acheter une le dernier jour, ce qui sera de la première utilité à Paris.


Nous sommes arrivés un peu tard pour voir cet homme vendre ses parasols. Lui a bel et bien fini sa journée. Il vient pas très loin pour déterrer 6 ou 7 parasols qui l'attendaient là, sous les vacanciers, au cas où il vende beaucoup beaucoup et qu'il ait besoin de renouveler son stock au cours de la journée. Sa technique est vraiment efficiente qui consiste à dessiner des croix avec la tranche de la main jusqu'à sentir quelque chose qui s'avère être un bout de parasol ne tardant pas à retrouver la lumière du jour. Ce qui est bien avec les parasols, c'est qu'ils ne sont pas claustro.


Derrière nous, il y a 3 latinos - on dirait qu'il y a plus d'Argentins en vacances et vivant dans cette ville quand dans toute l'Argentine ! -, une fille et deux mecs que Martín écoute très concentré. Il m'explique qu'ils parlent de politique, d'immigration, d'immigration latino en Europe précisément. S'ils se présentent, qu'ils me préviennent et je vote pour eux, me dit-il.


"Nos" filles se sont endormies.


A notre gauche, il y a encore des Français. Une superbe fille – qui le sait – joue avec sa copine dans l'eau autour d'une bouée gigantesque en forme de licorne (si, si). Elles vont et viennent jusqu'à la troisième larrone qui est restée sur sa serviette avec son téléphone et qui ne veut rien savoir avec le fait de toucher l'eau.


Il y a aussi des Chinoises qui passent (Florina me dit qu'elles pourraient être Vietnamiennes, ce que je veux bien croire) et vendent leurs services sous forme de massages. Des Sénégalaises et Maliennes (là, je suis presque sûre) proposent quant à elles des tresses sous toutes les formes possibles et imaginables.


Les 3 Italiennes qui se trouvent un peu en contrebas, vers la mer (Martín me demande comment je sais qu'elles sont Italiennes. Réponse, j'ai lu sur leurs lèvres, elles parlent italien, aucun doute) n'arrêtent jamais de se prendre des selfies en faisant des grimaces et des poses des plus improbables. Un peu comme ce jeune couple, plus oriental – elle – et/ou latino – lui – , avec sa perche à selfies. Ça paraît aussi courant que les filles demandent aux mecs qui les accompagnent de les prendre en photo.


Il y aussi des bandes de mecs qui restent généralement debout, parlant bien fort, faisant des blagues qu'on peut supposer très fines, regardant les filles, écoutant de la musique et accordant le privilège de dévoiler leur muscles à l'assemblée qui n'en peut mais. Il y en a qui ont fait tellement de gonflette qu'on les imagine, tel un Tex Avery, gonflé à l'hélium et capables de s'envoler en faisant un bruit bizarre si jamais ils avaient le malheur d'entrer en contact avec une aiguille.


Un couple du cru – ou du moins espagnol, parce qu'il semblerait qu'il ne faille pas confondre, Catalans et Espagnols, je passe sur les détails – s'est descendu 2 bouteilles de “cava”, une sorte de crémant. Ils se sont endormis dans les bras l'un de l'autre.


Une des françaises a demandé une tresse habillée de fils multicolores. Une fois faite, elle doit payer mais n'a qu'un billet de 50. La tresse coûte 5 euros... Les filles vont chercher de la monnaie en demandant à droite à gauche sur la plage mais ce n'est pas si facile. Un mec fait le geste à ses potes, une fois que les filles ont le dos tourné, qu'il aurait accepté de leur faire la monnaie en échange d'une pipe. Rires. La situation se tend un peu du côté de la travailleuse, même s'il est évident qu'elle sera payée. De ma serviette, je trouve surtout indécent de proposer un billet de 50 balles à quelqu'un qui arpente la plage de long en large pendant des heures pour en gagner 5. Les clientes finissent par trouver la monnaie au bar de la plage et payer.


Pendant ce temps, un jeune homme qui proposait “agua, bière, cerveza” s'est assis juste devant nous, face à la mer, son tee-shirt trempé de sueur. Il est en tailleur et scrute tout autour avec un air de dégoût désespéré. Est-ce que ce sont tous ces seins à l'air qui le déstabilisent ? Est-ce qu'il a fait une mauvaise journée ? De fait, je ne vois personne acheter ni bière ni eau. Est-ce que c'est sa propre histoire qui le tracasse ainsi ? Va savoir comment il est arrivé jusque là, et pourquoi. Qu'a-t-il dû laisser derrière lui, dans quelles conditions vit-il pendant que tous ces jeunes Européens s'éclatent à moitié à poil sans même se rendre compte qu'il existe. Martín dit qu'il lui fait penser à un tableau de Friedrich tant il semble mélancolique.


Postscriptum : le lendemain, la police fait le tour de la plage pour essayer de récupérer le plus de matériel possible planqué sous le sable. Ils sont contents, ils repartent avec trois énormes paquets. Ils en font un beau métier. Je lis dans le journal que les vendeurs à la sauvette ont manifesté la veille pour ne plus faire l'objet de persécution de la part de la police. Tous les jours suivants, il y a des articles sur le sujet qui semble être un enjeu majeur de politique locale...


Post postscriptum : il y a de nombreux lecteurs sur la plage mais je ne relève pas les titres croisés. Moi aussi je suis en vacances !



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